martes, 22 de julio de 2008

«Hombres no lloran...»

¿Quién dijo que no es cosas de hombres llorar o mostrarse frágil ante situaciones desgarradoras?

Siempre escuche que los hombres no lloran (ni deben), y quien lo hace tenia su virilidad casi por los suelos… no era digno de ser llamado “hombre”. Claro, según los conceptos que nos inculcaron, los hombres jamás lloran, no sufren, no puede ni deben ser sensibles y jamás sobre todos los jamases podían abrir su corazón, eran prisioneros de sí mismos.

Tuve esa imagen desde pequeña, pero con el transcurrir de los años me di cuenta que no era la definición exacta para “hombre” y sí para “robot”. ¿Por qué cuando un niño se golpe y llora, viene siempre alguien y le dice: “los niños no lloran, solo las niñas…”? ¿Para qué hacer ese tipo de comparación? Dejándonos ver que es una “exclusividad” de las mujeres el llorar, sufrir, ser sensibles. No tiene nada que ver el sexo de la persona para abrirse y mostrar su dolor, y así abrirse ante cualquier persona.

Me cansé de escuchar: “los niños no lloran”, ¿Por qué los niños no pueden llorar y las niñas si?” incansablemente busque una respuesta que pueda justificar, pero no tuve suerte, no encontré nada que pueda dar aunque sea una razón que consiga justificarlo, al contrario, encontré millones de razones para “dejar” que los hombres lloren y así puedan libremente abrir sus corazones.

Mis ojos jamás me podrán engañar, ellos fueron testigos y son mi mejor prueba junto con mis recuerdos de que los hombres casi están prohibidos de llorar. Yo no tuve la “suerte” de conocer o por lo menos ver a un hombre llorar, hasta hace unos días esto podría considerarlo una utopía, pero esta vez quienes fueron testigos no fueron exactamente mis ojos y sí mis oídos… escuche su voz como siempre, preguntándome cómo yo estaba, si alguna cosa me incomodaba y si necesitaba de algo; luego de escucharme decir que todo estaba bien, un silencio sepulcral carcomió unos segundos, luego me atreví (en mi preocupación) a preguntarle qué le pasaba, cuando de repente su voz, masculina, vigorosa, vibró y casi balbuceando me dijo: “estoy bien, ¿por qué lo dices?”; y es que pretendía despistarme para no darme cuenta que algo lo estaba agobiando, supe desde que ese silencio nos invadió que nada estaba bien como él mismo me lo dijo. Volví a preguntar con insistencia: “¿qué tienes?”, fue en ese instante que ese hombre prácticamente estalló en lágrimas, abrió su corazón y me dijo cuál era la causa de tanto dolor y preocupación, después de escuchar cada palabra solo me restaba darle valor, como en innumerables veces él lo hizo conmigo, solo que había una diferencia, no solo le di palabras de aliento, sino que sin querer le hice sentir que yo estaba con él en su sufrimiento, ambos llorábamos desconsoladamente, parecía que no había nada en el mundo que pudiera aliviar todo lo que sentíamos; pero… él sacó fuerzas y me dijo que todo ahora estaría bien y que esto quedara entre nosotros, y estaba por demás decírmelo; no conseguí comprender de donde salieron esas palabras que al parecer de devolvieron la paz que su corazón buscaba.

Me hubiera gustado ser yo quien le dijera eso, pero como comencé diciendo “los hombres no lloran” y fue eso lo que paso, en su debilidad él intento resurgir y darse valor para seguir sin demostrar su dolor… fui testigo de su llanto, cómplice de su desdicha.

Ciertamente, creo que los hombres no deben de cerrarse, al contrario, deben abrirse y mostrarse… sinceramente quien lo haga es realmente un hombre de verdad, al pedir ayuda cuando lo necesita, al llorar para desahogar su pena y esto no será señal de debilidad, al contrario, será muestra indiscutible de su calidad y valor.

Sé que cuando él lloró fue el hombre más valiente que pude conocer, cada palabra que de sus labios salieron desde lo más profundo de su corazón, llenas de sinceridad y amor.

Algún día podré ver a un hombre llorar para que así yo pueda ofrecerle mi hombro para desahogarse y un pañuelo para enjugar sus lágrimas… Tal vez así él vea que no esta solo en este mundo y así como él hay muchos que sufren, solo deben abrirse y verán que no es un delito, menos un pecado llorar.
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Una lacrima scorre silenziosa
Cerca un’uscita da quegli occhi stanchi
Vuole vivere
Nulla la può trattenere
Desidera sentire il mondo intorno a sé
anche se per un solo e breve istante...

1 comentario:

Napoleón dijo...

Yo tambien he llorado...por muchas cosas!!!