“Te traeré un poco de agua. Tranquilo nadie te hará daño en mi casa. Ya regreso. Si deseas puedes echar un vistazo alrededor de mi galería de arte.”
El dueño de la casa, un señor de avanzada edad, barba blanca y ojos cansados pero sinceros abandonó la habitación, La mente del joven estaba evidentemente perturbada. Parecía un delirio de persecución, pero el anciano sabía que tal vez ver las diferentes obras de arte, podría calmar un poco al joven.
El joven al principio se quedó sentado ahí, sobre el sillón de brazos en el que lo había dejado su anfitrión, tratando de relajar su respiración, mientras se secaba las lágrimas de terror y recorría con su mirada la habitación, a la que sin darse cuenta, había dado a parar. La habitación era espaciosa y tenía ventanas hechas con vidrios de varios colores.
Su anfitrión era evidentemente un artista de muchos talentos. Habían pinturas variadas, esculturas de escenas abstractas. Tan llamativo era el arte que motivó al aterrado joven a levantarse y observar más detenidamente cada pieza. Vio imágenes de ángeles, flores coloridas, símbolos espirituales entre muchas otras. La más grande de estas pinturas, graficaba los 7 colores del Arco Iris unidos en forma cúbica. Una gota roja a modo de sangre dividía los colores de una franja negra. El joven vio que la sangres representaba a la vida. Pudo leer el nombre Arco Iris en Negro.
Desviando su mirada, encontró bajo un arco en la pared, un cartel que decía La Tumba de los 7 Guerreros. Intrigado por el título, caminó hacia esa zona (que era casi la mitad de la habitación). Vio un cuadro de dos hombres luchando entre sí. Uno de ellos rubio se notaba ser el atacante. Llevaba una especie de guante de cuero marrón en su mano derecha. Se notaban hojas de acero a modo de garras. El otro hombre, de cabellos negros, usaba su espada para defenderse. El cielo era rojo y la mitad de una góndola delató que se trataba de Venecia. Los edificios alrededor de los hombres se disolvían, como si un hoyo negro absorbiera la luz. Si bien la imagen era inquietante, las expresiones eran bastante realistas.
Siguiendo su camino pudo notar imágenes que representaban las palabras Esperanza, Amistad, Confiabilidad, Inspiración, Fortaleza, Fantasía y Transparencia. Estas imágenes no podrían tener conexión, por su variedad y simbolismo, sin embargo la pintura las había integrado en forma impecable. Encontró figuras de cera de los dos hombres que habían sido graficados en la pintura que lo perturbó, así también encontró dos mujeres, una de ellas usaba una falda larga y una ballesta, la otra una minifalda negra y una especie de péndulo de cristal en su mano izquierda; una niña con ropa rosada y un abanico de metal en sus manos y dos hombres cada uno vestido con trajes de apariencia fina. Uno de ellos usaba un escudo de espejos y el otro un boomerang gigante. Cada uno era acompañado de alguna bestia antropomórfica.
La leyenda bajo las imágenes clamaba: Apocalipsis de la Vida y Reafirmación de la Amistad. Sin duda un título enigmático, pero de alguna forma apaciguante para el joven. Las memorias le invadían, tanto buenas como malas y parte de su nerviosismo inicial regresó.
El anciano artista regresó justo a tiempo cuando el joven volvía a perder el control de su psique y el rostro de éste se llenaba de pavor por la persecución. Algo en sus recuerdos activaron ese miedo aparentemente irracional.
Mientras bebía el agua, el joven fue conducido lentamente hacia el sillón donde estuvo sentado inicialmente.
“Cuéntame más de ellas. A lo mejor me ayuda a protegerte. ¿Desde cuándo te persiguen?”
“Hace muchos años, desde joven. Yo las provoqué, es mi culpa...”
“¿Pero qué fue lo que hiciste? Para que te persigan con tanta insistencia, tuviste que hacer algo muy grave”
“Fueron varios algos. Hice lo que pensé era correcto. Pero ellas siempre me perseguirán y evitarán...evitarán que yo...”
“Tranquilo, no te han seguido hasta acá. Cuando me fui revisé por la ventana y no había alma alguna en esta tormenta. Mejor cambiamos el tema. ¿Qué te pareció mi galería? Parece ser que te gustaron mis pinturas, y te calmaron un poco, pero al final volviste a ponerte nervioso, como ahora lo estás.”
“Me gustaron. Sus páramos me apaciguaron y las formas abstractas de distintos colores me cautivaron, pero me enamoré de su sección de La Tumba de los 7 Guerreros. ¿Se inspiró en las emociones humanas verdad? Me hizo ver la corrupción, la amistad, la oscuridad. Me calmó... pero... pero...sé que es mi culpa que ellas me sigan y quieran destruirme. Todo es mi culpa...”
“Bebe más agua. Nada te pasará mientras estés conmigo. Yo te protegeré. Sé como hacerlo, pero me tienes que prometer algo. Debes desear realmente no ser molestado por ellas nunca más, así te visiten en algún futuro. Ahora descansa, recuéstate, que yo me encargo de todo. Has tenido un día muy largo”
El anciano parecía haber comprendido algo que el joven dejaba entrever entre balbuceo e incoherencia. Esas asesinas fueron creadas por el joven. Eran sus acciones pasadas, sus decisiones, por miedo a que le afecte el futuro, la mente del joven les dio forma, pensando que siempre lo perseguirían. Pero nada podría pasarle si se queda en aquella iglesia, donde sus heridas podrían sanar, si tan solo se permitiera sanar y conocer que esas decisiones lo hacen un ser vivo digno de amor. Haciendo caso a las recomendaciones del anciano, el exhausto joven, cerró sus ojos para descansar.
“Descansa, hijo mío... deja todo en mis manos. Tomaré tu dolor y lo convertiré en algo digno de una obra de arte, como hice con todos los frutos de tu creativa mente.