Necesito que se enciendan las estrellas.
Las miro e intento seguir su rastro;
pero me pierdo desesperada,
porque sé que sólo tendré un destello de su luz en cierto tiempo.
Y las horas pasan y se agrandan haciéndose enormes.
Yo no puedo acercarme a ellas.
Me metí en tormentas de polvo dorado y no sé como salir.
Un ser insignificante mirado desde el firmamento,
que se pierde en nieblas de melancolía.
No me pueden encontrar.
El brillo de mi estrella siempre será un pequeño fulgor para mi, al que no se me deja acercar.
Y seguiré teniendo miedo...
y seguiré sintiendo lo que no entiendo.
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