domingo, 7 de diciembre de 2008

"Primeira parada: Estação solidão..." ("Primera Parada: Estación Soledad...")

Aquela noite lembrava que desde alguns anos meditava a problemática do ser humano ante a solidão.

Os invíduos podem conhecer muitas pessoas, conviver com diferentes níveis de vida, estar no meio da multidão, casar-se e formar uma família numerosa, mas no final, enfrentam a realidade de se verem reduzidos à mais incipente das solidões.

Só viemos ao mundo, só nos aferramos a uma luta desigual, de vencer a solidão; mas finalmente, morremos de fastio, sem alcançar a maturidade e nem aprender a estar só.

E o pior, olhamos para trás, e vemos que apesar de termos tido muita gente ao nosso redor, estávamos sozinhos.

Que vida a do ser humano, estar sempre só e sofrir de solidão: quando ao crescer encontrar com quem suavizar a solidão, dá-se conta de que nunca foi acompanhado com fidelidade o fervor, mais que no dia de concluir a despedida definitiva.

Na minha tumba, enfrascada em um caixão, sepultada baixo terra junta com minhas ilusões, minhas lutas, meus desenganos, meus vestigios, e meu corpo; o único companheiro fiel de minha existência que me acompanho na dor, a alegria e a doença.

Uma provisão da chuva cinza de desenganos, uma torrente da chuva de sofrimentos, um acúmulo de esperanzas murchas quando a pesar de amar e amar de verdade, a chuva cinza dos rechaços e a dor do desencanto me rasgavam minha alma ante a realidade de ver-me desprezada.

*´¨)
¸.•´ ¸.•*´¨) ¸.•*¨)
(¸.•´ (¸.•` *Primera Parada: Estación Soledad...*

Aquella noche recordaba que desde algunos años meditaba la problemática del ser humano ante la soledad.

Los individuos pueden conocer a muchas personas, convivir con diferentes niveles de vida, estar entre multitudes, casarse y formar una familia numerosa, pero al final, enfrentarse a la realidad de verse reducidos a la más incipiente de las soledades.

Solos venimos al mundo, solos nos aferramos a una lucha desigual, la de vencer a la soledad; pero finalmente, morimos de hastío, sin alcanzar a madurar ni aprender a estar solos.

Y lo peor, volteamos hacia atrás, para ver que aunque mucha gente se nos acercó, jamás estuvo con nosotros.

Que vida la del ser humano, estar siempre solo y sufrir por esa soledad: cuando al creer encontrar con quien mitigar la soledad, se da cuenta de que nunca fue acompañado con fidelidad o fervor, más que en el día de concluir la despedida definitiva.

En mi tumba, enfrascada en un ataud, sepultada bajo tierra junto con mis ilusiones, mis luchas, mis desengaños, mis huellas, y mi cuerpo; el único compañero fiel de mi existencia que me acompañó en el dolor, la alegría y la enfermedad.

Un acopio de la lluvia gris de desengaños, un torrente de la lluvia de sufrimientos, un cúmulo de esperanzas marchitas cuando a pesar de amar y amar de verdad, la lluvia gris de los rechazos y el dolor del desencanto me desgarraban mi alma ante la realidad de verme despreciada.